Elio Antonio de Nebrija o de Lebrija, fue un humanista español nacido en Lebrija, Sevilla hacia 1444.
Fue además historiador, pedagogo, gramático, astrónomo y poeta.
Grabado de Lebrija por George Hoefnagle perteneciente al Civitates Orbis Terrarum.
1572-1617, Colonia
1572-1617, Colonia
Con quince años de edad se trasladó a la ciudad de Salamanca para estudiar Humanidades en su Universidad.
Fachada plateresca de la Universidad de Salamanca
Viajó a Italia con diecinueve años para continuar sus estudios y obtuvo una gran fama como colegial en el Real Colegio de España de Bolonia.
En esta ciudad de Bolonia se dedicó al estudio de los autores clásicos latinos, la Teología, el Derecho y la Medicina y tomó contacto con el Humanismo italiano.
Patio del Real Colegio de España en Bolonia
A su regreso a España se instala en Salamanca en donde dedica gran parte de su vida a realizar una labor docente en su Universidad en la que obtiene dos cátedras en las que enseña Gramática y Poética.
Además dunrante este período publica sus obras y contrae matrimonio con Isabel de Solís creando una familia numerosa con siete hijos.
Además dunrante este período publica sus obras y contrae matrimonio con Isabel de Solís creando una familia numerosa con siete hijos.
Antonio de Nebrija impartiendo una clase de gramática
en presencia de D. Juan de Zúñiga.
Introducciones Latinae, 1486. Biblioteca Nacional.
El Rey Fernando el Católico lo nombra Cronista Real por lo que debe trasladarse a la corte.
Acudió a la Universidad de Alcalá de Henares, llamado por el cardenal Cisneros, para participar como latinista en la edición de la Biblia Políglota Complutense pero abandonó el proyecto por diferencias con el grupo de traductores y con la Inquisición.
Biblia Políglota Complutense
Entre sus obras destacan: Un diccionario latino-castellano, el Lexicon latino-castellanum et castellano-latinum de 1492 y 1944, la Gramática castellana de 1492 y las Reglas de orthographia en la lengua castellana de 1517.
Diccionario de Nebrija
Fue uno de las primeros profesores de la Universidad de Alcalá de Henares fundada por el Cardenal Cisneros.
Los últimos años de su vida los pasó dedicado a la enseñanza en la cátedra de Retórica de la Universidad de Alcalá, donde murió en 1522.
Fachada renacentista de la Universidad de Alcalá de Henares
GRAMÁTICA SOBRE LA LENGUA CASTELLANA
La Gramática castellana, en su título original Grammatica Antonii Nebrissensis, es un libro escrito por Elio Antonio de Nebrija y publicado en 1492.
Constituyó la primera obra que se dedicaba al estudio de la lengua castellana y sus reglas.
Es junto al Donatz Proensals, una gramática vernácula del provenzal redactada en Italia hacia 1240 y atribuida a Uc Faidit, una de las primeras gramáticas sobre una lengua vulgar o romance.
La Gramática castellana es la más importante de todas las obras de Nebrija por la repercusión que ha tenido en la filología hispánica.
Nebrija divide el estudio de la lengua castellana en cuatro áreas, dedicando un libro a cada una:
Ortografía
Prosodia y sílaba
Etimología y dicción
Sintaxis
Introdujo al final un quinto libro dedicado a De las introducciones de la lengua castellana para los que de estraña lengua querrán deprender.
Esta parte está pensada para facilitar el aprendizaje de la lengua castellana.
Esta parte está pensada para facilitar el aprendizaje de la lengua castellana.
El Nebrijense establece estas diez partes de la oración:
nombre, pronombre, verbo, participio, preposición, adverbio, interjección, conjunción, gerundio y supino.
Se trata de una de las primeras codificaciones de una lengua europea occidental que no sea el latín y su prólogo está dedicado a la reina Isabel la Católica.
Con gran visión de futuro, Nebrija, aprovechando la estancia de los Reyes Católicos en Salamanca, dio una muestra a la Reina Isabel de su futura Gramática sobre la lengua castellana, la primera hecha sobre el castellano.
Nebrija consideraba que había que fijar la lengua castellana y entenderla como compañera del imperio de España y proporcionó el método para que los pueblos recién descubiertos aprendieran el español.
Retrato de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos
CONSULTA LA GRAMÁTICA NEBRIJENSE
Si quieres leer o consultar esta mágnifica obra, desde la Biblioteca Digital Hispánica puedes acceder a la Gramática de Nebrija, la primera gramática del español y también la primera gramática de una lengua vulgar que se imprime en Europa.
Es un documento de extraordinario valor, en libre acceso y descarga, aquí puedes verlo:
LA GRAMÁTICA Y LA LINGÜÍSTICA
A partir de la publicación de la Gramática de Nebrija, la Gramática será considerada la disciplina que estudia las reglas de una lengua, hasta el advenimiento de la Lingüística como disciplina científica en el siglo XIX.
Alegoría de la Gramática por Laurent de La Hyre
PRÓLOGO DE LA GRAMÁTICA DE LA LENGUA CASTELLANA
Prólogo a la muy alta y así esclarecida princesa doña Isabel, la tercera de este nombre, Reina y señora natural de España y las islas de nuestro mar. Comienza la Gramática que nuevamente hizo el maestro Antonio de Nebrija sobre la lengua castellana y pone primero el prólogo. Léelo en buena hora.
Cuando bien conmigo pienso muy esclarecida reina y pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas que para nuestra recordación y memoria quedaron escritas: una cosa hallo y saco por conclusión muy cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio, y de tal manera lo siguió que juntamente comenzaron, crecieron, y florecieron. Y después junta fue la caída de entrambos y dejadas ahora las cosas muy antiguas de que apenas tenemos una imagen y sombra de la verdad, como son las de los asirios, indios, sicionios, y egipcios, en los cuales se podría muy bien probar lo que digo.
Cosa es que muy fácilmente se puede averiguar que la lengua hebraica tuvo su niñez, en la cual apenas pudo hablar, y llamo yo ahora su primera niñez todo aquel tiempo que los judíos estuvieron en tierra de Egipto. Porque es cosa verdadera o muy cerca de la verdad: que los patriarcas hablarían en aquella lengua que trajo Abraham de tierra de los caldeos, hasta que descendieron en Egipto, y que allí perderían algo de aquella y mezclarían algo de la egipcia. Mas después que salieron de Egipto, y comenzaron a hacer por sí mismos cuerpo de gente, poco a poco apartarían su lengua escogida cuanto yo pienso de la caldea y de la egipcia, y de la que ellos tenían comunicada entre sí, por apartarse en religión de los bárbaros en cuya tierra moraban. Así que comenzó a florecer la lengua hebraica en el tiempo de Moisés, quien después de enseñado en la filosofía y letras de los sabios de Egipto, mereció hablar con Dios y comunicar las cosas de su pueblo y fue el primero que escribió sobre las antigüedades de los judíos y dar comienzo a la lengua hebraica. La cual de allí en adelante sin ninguna contención nunca estuvo tan empinada como en la edad de Salomón; porque en su tiempo con la monarquía floreció la paz criadora de todas las buenas artes y honestas. Mas después que se comenzó a desmembrar el Reino de los judíos juntamente se comenzó a perder la lengua, hasta que vino al estado en que ahora la vemos tan perdida que de cuantos judíos hoy viven ninguno sabe dar más razón de la lengua de su ley o de cómo perdieron su reino, y del mesías que en vano esperan.
Tuvo eso mismo la lengua griega su niñez, y comenzó a mostrar sus fuerzas poco antes de la guerra de Troya, al tiempo que florecieron en la música y poesía Orfeo, Lino, Museo, Anfión, y poco después de Troya destruida Homero y Hesíodo creció aquella lengua hasta la monarquía del gran Alejandro, en cuyo tiempo fue aquella muchedumbre de poetas, oradores y filósofos, que pusieron el colmo no solamente a la lengua sino también a todas las otras artes y ciencias. Mas después que se comenzaron a desatar los reinos y repúblicas de Grecia y los romanos se hicieron señores de ella, luego juntamente comenzó a desvanecerse la lengua griega y a esforzarse la latina. De la cual otro tanto podemos decir: que fue su niñez con el nacimiento y población de Roma, y comenzó a florecer cuasi quinientos años después que fue edificada, al tiempo que Livio Andrónico publicó primeramente su obra en versos latinos. Y así creció hasta la monarquía de Augusto César, debajo del cual como dice el apóstol vino el cumplimiento del tiempo en que envió Dios a su unigénito hijo y nació el Salvador del mundo, en aquella paz de que habían hablado los profetas y fue significada en Salomón, y de la cual en su nacimiento los ángeles cantan Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Entonces fue aquella multitud de poetas y oradores que enviaron a nuestros siglos la copia y deleites de la lengua latina: Tulio, César, Lucrecio, Virgilio, Oracio, Ovidio, Livio y todos los otros que después se siguieron.
De allí comenzando a declinar el imperio de los romanos, juntamente comenzó a caducar la lengua latina, hasta que vino al estado en que la recibimos de nuestros padres, cierto tal que cotejada con la de aquellos tiempos poco más tiene que hacer con ella que con la arábiga. Lo que dijimos de la lengua hebraica, griega y latina podemos muy más claramente mostrar en la castellana, que tuvo su niñez en el tiempo de los jueces y reyes de Castilla y de León, y comenzó a mostrar sus fuerzas en tiempo del muy esclarecido y digno de toda la eternidad el rey don Alfonso el sabio, por cuyo mandato se escribieron las Siete partidas, la General Historia, y fueron trasladados muchos libros de latín y arábigo en nuestra lengua castellana, la cual se extendió después hasta Aragón y Navarra y de allí a Italia siguiendo la compañía de los infantes que enviamos a imperar en aquellos reinos. Y así creció hasta la monarquía y paz de que gozamos primeramente por la bondad y providencia divina y por el trabajo y diligencia de vuestra real majestad, en la fortuna y buena dicha de la cual los miembros y pedazos de España que estaban por muchas partes derramados se redujeron y ayuntaron en un cuerpo y unidad de reino, la forma y trabazón del cual así está ordenada que muchos siglos, injuria y tiempos no la podrán romper ni desatar. Así que después de reafirmada la cristiana religión, por la cual somos amigos de Dios o reconciliados con él; después que los enemigos de nuestra fe vencidos por guerra y fuerza de armas, de donde los nuestros recibían tantos daños y temían mucho mayores; después de la justicia y ejecución de las leyes que nos ayuntan y hacen vivir igualmente en esta gran compañía que llamamos reino y república de Castilla, no queda ya otra cosa sino que florezcan las artes de la paz. Entre las primeras es aquella que nos enseña la lengua, la cual nos aparta de todos los otros animales y es propia del hombre, y en orden la primera después de la contemplación, que es oficio propio del entendimiento.
Esta lengua hasta nuestra edad anduvo suelta y fuera de regla, y por esta causa ha recibido en pocos siglos muchas mudanzas. Porque si la comparamos con la de hace quinientos años, hallaremos tanta diferencia y diversidad cuanta puede ser mayor entre dos lenguas. Y porque mi pensamiento deseo siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación, y dar a los hombres de mi lengua obras en que mejor puedan emplear su ocio, que ahora lo gastan leyendo novelas o historias envueltas en mil mentiras y errores, acordé ante todas las otras cosas reducir en artificio este nuestro lenguaje castellano para que lo que ahora y de aquí adelante en él se escribiere pueda ser uniforme y extenderse en toda la duración de los tiempos que están por venir, como vemos que se ha hecho en las lenguas griega y latina, las cuales por haberse codificado aunque sobre ellas han pasado muchos siglos, todavía quedan en una uniformidad. Porque si otro tanto en nuestra lengua no se hace como en aquellas, en vano vuestros cronistas e historiadores escriben y encomiendan a la inmortalidad la memoria de vuestros loables hechos, pues éste no puede ser sino negocio de pocos años. Y ocurrirá una de dos cosas: o que la memoria de vuestras hazañas perezca con la lengua, o que ande peregrinando por las naciones extranjeras, pues no tiene propia casa en que pueda morar. En ese esfuerzo yo he querido echar la primera piedra y hacer en nuestra lengua lo que Zenódoto en la griega y Crates en la latina, los cuales aunque fueron vencidos de los que después de ellos escribieron, al menos fue aquella su gloria y será nuestra: que fuimos los primeros inventores de obra tan necesaria. Lo cual hicimos en el tiempo más oportuno, por estar ya nuestra lengua tanto en la cumbre que más se puede temer el descendimiento de ella que esperar la subida. Y seguirá a otro no menor provecho que éste a los hombres de nuestra lengua que quieran estudiar la gramática del latín. Porque después que entendieran bien el arte del castellano, cuando pasaren al latín no habrá cosa tan oscura que no se les haga muy ligera, todo esto por medio de este Arte de la Gramática que me mandó hacer vuestra Alteza contraponiendo línea por línea el romance al latín. Por la cual forma de enseñar no sería maravilla saber la gramática latina no digo yo en pocos meses, sino aún en pocos días, y mucho mejor que hasta aquí sólo se aprendía en muchos años. El tercero provecho de éste mi trabajo puede ser que cuando en Salamanca di la muestra de esta obra a vuestra real majestad, y me preguntó que para qué podía ser útil, el muy reverendo padre obispo de Ávila me arrebató la respuesta, y respondiendo por mí dijo: Que después que vuestra Alteza metiese debajo de su yugo muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, con la derrota aquellos pueblos tendrían necesidad de recibir las leyes que el vencedor pone al vencido y con ellas nuestra lengua; entonces por esta mi Arte podrían venir en el conocimiento de ella como ahora nosotros aprendemos el Arte de la Gramática latina para aprender el latín. Y es cierto que no solamente los enemigos de nuestra fe tienen ya necesidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos los otros que tienen trato y conversación en España y necesidad de nuestra lengua, y que si no la prenden desde niños podrán aprenderla por ésta mi obra. La cual con humildad quise dedicar a vuestra real majestad, como Marco Varrón dedicó a Marco Tulio sus Orígenes de la lengua latina, como Grilo dedicó a Publio Virgilio poeta sus Libros del acento, como Dámaso Papa a san Jerónimo, y Paulo Orosio a san Agustín sus Libros de historias, y como otros muchos autores que dedicaron sus trabajos a personas mucho más informadas sobre aquello de que escribían, no para enseñarles alguna cosa que ellos no supiesen, mas por testificar el ánimo y buena voluntad que sobre ellos tenían, y porque de la autoridad de aquellos se consiguiese algún favor a sus obras.
Y así después de mucha deliberación y decidir sacar mi obra de la sombra y tinieblas del estudio a la luz de vuestra Corte, a nadie más justamente pude consagrar este mi trabajo que a vuestra persona, en cuya mano está no sólo el poder de la lengua, sino también la autoridad sobre todas nuestras cosas.
Antonio de Nebrija
Salamanca, en el año de 1492
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