Retrato de Francisco de Rioja atribuido a Velázquez
Escritor, teólogo y canónigo sevillano. Vivió mucho tiempo en la corte como bibliotecario del rey, cronista de Castilla, y consejero de la Inquisición.
Fue gran amigo del conde-duque de Olivares, a quien acompañó en su destierro. Volvió luego a Sevilla y más tarde a Madrid, donde murió.
Francisco de Rioja escribió algunas obras en prosa, entre ellas una defensa de Olivares, pero toda su importancia está en sus poesías.
Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, a caballo
por Diego Velázquez
LOS SONETOS
Francisco de Rioja escribió unos treinta sonetos amorosos y algunos menos de carácter filosófico cuyo tema capital es la brevedad de la vida y la inestabilidad de la fortuna.
Varios de ellos se dirigen a árboles o plantas, algunos al río Guadalquivir y dos muy notables, uno titulado A las ruinas de Atlántica y otro simplemente A Itálica.
Tenía gran afición por las ruinas y por los motivos de antigüedades y arqueológicos.
La obra de Rioja es un modelo de sobriedad y de estudiada adjetivación, aunque bajo esta serenidad un tanto cerebral late cierta pasión que a veces estalla en bellas imágenes.
Francisco de Rioja pertenece a la escuela sevillana de poesía.
Sus temas claves son: el cansancio vital, el desengaño ante la vida, la nota ascética, el pesimismo y el desaliento.
No obstante, el poema elegido en esta ocasión es un canto a la vida con buenos deseos por próximo nacimiento de un niño de una dama llamada Celia.
El poeta adorna el tema con una hermosa adjetivación y varias alusiones mitológicas.
Sus temas claves son: el cansancio vital, el desengaño ante la vida, la nota ascética, el pesimismo y el desaliento.
No obstante, el poema elegido en esta ocasión es un canto a la vida con buenos deseos por próximo nacimiento de un niño de una dama llamada Celia.
El poeta adorna el tema con una hermosa adjetivación y varias alusiones mitológicas.
ALMO, DIVINO SOL, QUE EN REFULGENTE
Almo, divino Sol, que en refulgente
carro sacas y escondes siempre el día,
y otro y el mismo naces tras la fría
sombra que huye l'alba luz ardiente;
pura y cándida Ilitia, que luziente
eres del cielo honor, si se desvía
el áureo rayo que tu hermano envía
a tu hermosa faz resplandeciente:
venid ambos, venid, lustre del cielo,
fáciles a mis ruegos. Tú, Lucina,
seas blanda a Celia en la cercana hora.
Y pues te honra, oh Febo, con divina
voz, da al infante cuando sienta el yelo
del aire, ingenio y dulce voz sonora.
Algunos datos para esta entrada se han tomado de:
http://faculty-staff.ou.edu/L/A-Robert.R.Lauer-1/Rioja.html
Almo, divino Sol, que en refulgente
carro sacas y escondes siempre el día,
y otro y el mismo naces tras la fría
sombra que huye l'alba luz ardiente;
pura y cándida Ilitia, que luziente
eres del cielo honor, si se desvía
el áureo rayo que tu hermano envía
a tu hermosa faz resplandeciente:
venid ambos, venid, lustre del cielo,
fáciles a mis ruegos. Tú, Lucina,
seas blanda a Celia en la cercana hora.
Y pues te honra, oh Febo, con divina
voz, da al infante cuando sienta el yelo
del aire, ingenio y dulce voz sonora.
Doña Antonia de Ipeñarrieta y Galdós
y su hijo don Luis por Velázquez
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