miércoles, 21 de marzo de 2018

EL GRANJERO Y EL LEPRECHAUN, CUENTO POPULAR IRLANDÉS






Gaetano Bellei,(1857-1922) Abuela y nieta (Detalle).

LA TRANSMISIÓN ORAL
La transmisión oral de los cuentos infantiles tradicionalmente ha correspondido a las mujeres. 
Las madres y las abuelas fueron las custodias durante siglos de nanas,  canciones de rueda, cuentos y oraciones que transmitieron a sus hijos desde la cuna.

Personas mayores con experiencia y buena memoria recitaban o cantaban cuentos populares, coplas, romances, refranes, acertijos, baladas, leyendas, sentencias, canciones o cantos.

Cuando un anciano era un hábil narrador, las gentes acudían a él desde lejos para escuchar sus historias.




Albert Anker, Abuelo contando una historia. 1884

En todas las culturas hay narradores de oficio:

Los aedos en la antigua Grecia, los bardos celtas, los griotts africanos, los skald vikingos, los rakugoka japoneses, los seanchaí irlandeses,  los hakawatis de los árabes…

Antiguamente las duras faenas del campo y las largas noches invernales se suavizaban con historias contadas.


Este cuento típico sobre el ingenio del duende leprechaun se ha contado en Irlanda durante generaciones:


EL GRANJERO Y EL LEPRECHAUN


Un granjero irlandés se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo barbudo vestido con un trajecito y sombrero verdes que se escondía bajo una hoja. 

Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al duendecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondida su olla el oro. 

El leprechaun solo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto enterrado debajo de un arbusto cercano. 

Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de cientos de arbustos completamente iguales. 

Como no tenía a mano nada para cavar, el campesino se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado. 

Cuando se dirigía a su casa en busca de un pico y una pala, el leprechaun le pidió que le liberara ya que ahora no necesitaba sus servicios para nada. 

El buen hombre compadecido soltó al duende, pero antes le hizo prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse la olla de oro. 

Cuando el granjero regresó al campo a los pocos minutos no pudo encontrar la olla del tesoro porque...
¡Todos los arbustos estaban marcados con cientos de calcetines rojos idénticos!









EL LEPRECHAUN, EL TRASGU Y EL TRASNO

La gente suele decir que los leprechauns son muy pequeñitos, pero el corazón que albergan es enorme y lleno de ganas de hacer travesuras.

La versión del leprechaun en Asturias y en zonas del norte de España es el trasgo,  "trasgu"  que en Galicia se conoce por el trasno. 
Por su atuendo, en Asturias, también se le conoce por "el del gorru colorau".

El trasgo es muy simpático, laborioso y le encantan las travesuras, le gusta hacer bromas pesadas a los habitantes de la casa y puede llegar a ser muy molesto.

Aunque es cojo, es  muy saltarín y juguetón y unas veces ayuda a los habitantes de la casa en la que habita y otras los hace de rabiar rompiendo la "cacía", cambiando de sitio y escondiendo las cosas o gritando y espantando al ganado.

Suele ir vestido de rojo con una casaca y un gorrito colorados y tiene un agujero en la mano izquierda.

Es un duendecillo muy casero y por eso no es nada fácil librarse de él ya que, si te cambias de casa, se muda contigo.

La mejor manera de que se marche y te deje tranquilo es encargarle una tarea que no pueda realizar.
Si un "trasgu" se muda a tu casa, prueba a mandarle recoger grano del suelo o traer agua en una cesta. Como no puede hacerlo, entonces se va muy avergonzado.





















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