martes, 28 de septiembre de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ, NO ME CONFORMO, NO...


POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ












No me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.

Besarte fue besar un avispero
que me clava al tormento y me desclava
y cava un hoyo fúnebre y lo cava
dentro del corazón donde me muero.

No me conformo, no: ya es tanto y tanto
idolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma.

Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy sujeto a una redoma.




MIGUEL HERNÁNDEZ 1910-1942
"Soneto" de El rayo que no cesa


















































sábado, 25 de septiembre de 2010

ARMANDO MURIAS IBIAS, LAS VAQUILLAS


ARMANDO MURIAS IBIAS

Nació en Caboalles en 1955. Trabajó de mecánico de automóviles en Lorena (Francia), de camarero, de minero (como rampleru, vagoneru, ayudante caballista y ayudante entibador), de agente comercial, de profesor (de FP, BUP, COU, ESO, Bachillerato y Universidad) en diversos centros educativos de España, y fue lector de español en Viena (Austria) y profesor de Lengua Castellana y Literatura en el Real Instituto de Jovellanos (Gijón). 
Actualmente es doctor en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Alfonso II de Oviedo.


OBRAS

Tiene  publicaciones de investigación filológica en el campo de la Lexicografía: Vocabulariu de la Minería en L.laciana y Degaña (ALLA, 2000), de la Toponimia: Toponimia de Cagual.les d’Arriba (ALLA, 2002) y de la Semántica: Dos campos semánticos desiguales: lo guapo y lo xostrón (ALLA, 2004).
En la creación literaria Los zapatones del quincallero (Septem, 2003) con la que ganó el Premio Letras de Novela Corta, Nómadas y El día que me quieras, Las vaquillas.

ENTREVISTAS A ARMANDO MURIAS IBIAS EN LA NUEVA ESPAÑA Y EL COMERCIO

-¿Por qué «Las vaquillas»?
Como no me gustan los toros, en mi vida sólo fui a una corrida, decidí contar la historia de unas vaquillas que se escapan del camión que las traslada e inician un recorrido a su aire, en lugar del previsto por las calles del pueblo para finalizar en el tradicional encierro.
-Lo que se podía esperar de un antitaurino...
Es un alegato a la libertad, alejado de la épica taurina tradicional, en el que las vaquillas descubren un mundo nuevo que no sospechaban que existía.
-¿Su relato tiene similitud con la película de Berlanga «La vaquilla»?
En cierta manera sí, por la búsqueda de la libertad y porque al final interviene la Guardia Civil para cazarlas, y esto le da sin duda un tono absolutamente berlanguesco.
-¿Qué futuro le augura a la fiesta nacional, tan denostada últimamente en algunas ciudades, como Barcelona?
Tengo claro que el espectáculo morirá de muerte natural porque está completamente obsoleto. Lo que era el toro y el torero muerto de hambre ya murió hace tiempo, ahora sólo queda el folclore, como Cayetano Rivera, que es torero y modelo. Los toreros como Manolete son ya sólo historia. Tal vez sólo queda José Tomás, pero porque es un divo.

martes, 21 de septiembre de 2010

RAFAEL ALBERTI, PIRATA








PIRATA


Pirata de mar y cielo,
si no fui ya, lo seré.


Si no robé la aurora de los mares,
si no la robé,
ya la robaré.

Pirata de cielo y mar,
sobre un cazatorpederos,
con seis fuertes marineros,
alternos, de tres en tres.

Si no robé la aurora de los cielos,
si no la robé,
ya la robaré.








domingo, 19 de septiembre de 2010

JOSÉ DE ESPRONCEDA, LA CANCIÓN DEL PIRATA




JOSÉ DE ESPRONCEDA




CANCIÓN DEL PIRATA

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.»